AMAR AL PACÍFICO POR SOBRE TODAS LAS COSAS FUE EL MANDATO QUE RECIBIÓ Y LA HERENCIA QUE RECIBIMOS
Harold Alonso Botero Echeverri descansó en la paz del señor.
Así profundamente como nos gusta a los buzos te dormiste este 20 de octubre. No sin antes avisarnos que te acercabas a puerto seguro. Y qué seguro estar en las alturas, pues aunque bajaste a los pies más recónditos de nuestro Pacífico, las burbujas siempre apuntaron al cielo.
¡Pero, qué va! nadie está triste. Todos, absolutamente todos estamos mirando la estela que nos dejaste en cada paso, los últimos más lentos.
Sobre ella esperamos seguir construyéndonos como aquellas quillas que convertiste en albergue de tantos hombres y mujeres de mar que aún sin salpicar en la playa se aventuraron a navegar y a servir a quienes por años se arrojaron al Pacífico desde un incipiente barco de madera llamado Asturias o sobre el barco María Patricia o el yate Gloria Marina y las embarcaciones rápidas que iban y venían entre Málaga y Buenaventura.
¡Qué capitán! al mando y cientos de jóvenes aprendiendo de la sapiencia de este ingeniero que dejó la reparación y venta de repuestos para electrodomésticos en Electrorozco, Pueblo Nuevo, para asir un timón el animado por su amiga Karen y empujar al agua a otros de sus más vecinos comerciantes de esa Buenaventura.
Un lobo de mar, curtido en agua marina.
Ese será Don Ha.


Se me quebraron las palabras. Escribir desde el corazón una noticia es muy fuerte para un periodista. Me disculpan hoy no hay noticia, hay una historia y no cualquiera. El que se embarcó en este viaje fue quien me dio las millas, las inmersiones, las burbujas, pero sobre todo me enseñó a amar y respetar el Pacífico. Con él la vida no es de donde se nace. Gracias Don Ha por todo: aquí estamos tus estudiantes para demostrar qué tan buen maestro tuvimos. Ah, ah, joi capitán. Ah, ah, joi timonel.
Doña Gloria Inés, Harold Fernando, Gloria Patricia y Adriana, la primera línea de su ADN. María Cristina, Magnolia, Gloria Dora y Leonor hermanas en tierra y Gustavo, Belisario, Raúl, Germán y Nubia, en el cielo, sus hermanas y hermanos. Las familias Botero Gutiérrez y Botero Echeverri.
En las profundidades del Pacífico colombiano: Gorgona, Malpelo y Bahía Solano quedaron para siempre las apneas, las burbujas y la huella de los sitios que descubrió y nombró como pionero del buceo en estas costas apetecidas por los buzos que consideran en el top 10 las inmersiones por sus corrientes, fauna y flora marina. Y en la memoria de miles de principiantes que hoy bucean en otras latitudes.
