“Este 26 de julio, Día Internacional del Manglar, enseñamos sobre la importancia que tiene dicho ecosistema para la biodiversidad marina y todos nosotros, así como las amenazas con que lidia. Las especies de mangle que tenemos en el territorio son el blanco, el rojo y el piñuelo”, afirmó Paola Andrea Díaz, funcionaria de la CVC.
En el Pacífico colombiano, alrededor de casi toda la costa del Chocó biogeográfico, se encuentran manglares, destacándose en los deltas de los ríos San Juan, los estuarios de Bahía Málaga y Buenaventura, el delta del río Patía y del río Mira.
El manglar, más que una especie forestal, es reconocido como un ecosistema. Este ecosistema almacena carbono, ayudando a prevenir el calentamiento global. Son barreras naturales contra la erosión de costas. El 80% de las especies marinas dependen del ecosistema. Los productos forestales de mangle están vedados en el Valle del Cauca.
“La vida de las comunidades gira en torno al manglar. El turismo y la gastronomía local se relacionan con el manglar: hay la ruta de la piangua, del manglar y playas vinculadas al ecosistema”, observa Jorge Antonio Viveros Batioja, profesional Dar Pacífico Oeste CVC.

Los mangles pueden vivir en el agua y en la tierra (anfibios) y tienen adaptaciones en sus raíces, hojas y tronco, con los que pueden crecer en terrenos inestables, sin oxígeno e inundados con agua de mar.
Su diversidad, riqueza natural, ecológica y económica los hacen uno de los ecosistemas más grandes y productivos del planeta.
Entre 1990 y 2020, Colombia perdió cerca de 8.000 hectáreas de manglar, aunque en los últimos años se ha logrado reducir la tasa de pérdida gracias a esfuerzos de conservación. Más del 50% de los manglares del país están en áreas protegidas o bajo esquemas de manejo ambiental. Cuando las hojas de los mangles caen, sirven de alimento a una gran cantidad de organismos de diversas especies que pasan parte de su desarrollo en el ecosistema.
