EL PRIMER PASO NO TE LLEVA ADONDE QUIERES IR, PERO TE SACA DE DONDE ESTÁS.

Hay ciudades donde enfermarse es un riesgo biológico. En Cali, además, es un riesgo administrativo. Aquí, más que un diagnóstico médico, lo que define la salud de una persona es la suerte con la EPS, la paciencia para hacer fila y la capacidad de protestar para que lo atiendan. Porque una cosa es estar “cubierto” en los registros y otra muy distinta sentirse cuidado en la vida cotidiana.

Las cifras oficiales del Ministerio de Salud celebran que, aproximadamente, el 90% de los colombianos está afiliado a alguna EPS. Eso, en los informes, suena bien, pues nos hace pensar en un país con cobertura casi total, usuarios supuestamente amparados por un sistema que debería garantizar el derecho fundamental a la salud. Pero basta salir a los barrios, escuchar a las familias, pararse en la puerta de un hospital o leer las respuestas de la Defensoría del Paciente para descubrir lo que ya sabemos sin necesidad de gráficos: estar afiliado a una EPS en Colombia no significa estar atendido.

Y para la muestra, un botón. En el caso de Cali, solo durante el primer trimestre del año fueron radicadas más de 6.000 quejas de salud. La mayoría de ellas no habla de trámites menores, sino de asuntos vitales: meses esperando una cita, medicamentos para enfermedades crónicas que nunca llegan, cirugías aplazadas sin fecha, pacientes a quienes les toca suplicar por una autorización como si pedir salud fuera un favor y no un derecho.

Esa es la realidad que no aparece en las estadísticas, pero sí en el cuerpo y en la mente de quienes la viven.

Y mientras eso le ocurre a la gente, el sistema se sigue agrietando desde adentro. La Nueva EPS, con más de 300.000 usuarios en la capital del Valle, acumula deudas impagables con hospitales y clínicas; tanto así que algunas, como la Clínica Versalles, tuvieron que suspender del todo la atención porque simplemente no podían seguir financiando el servicio.

¿Qué pasa cuando una clínica cierra sus puertas a miles de usuarios? No solo se pierde un punto de atención: se desmorona la confianza y se le envía al ciudadano un mensaje brutal: estás por tu cuenta.

La salud, igual que la seguridad, se compone de realidades y percepciones. La realidad está en los contratos, las deudas acumuladas, los informes oficiales. La percepción está en el alma de quien sufre esperando una respuesta. Y cuando ambas se rompen al mismo tiempo, lo que se deteriora no es solo el sistema: es la dignidad.

Cali habla de reactivación, de futuro, de transformación, de grandes proyectos. Pero ninguna ciudad puede levantarse si su gente teme enfermarse porque no sabe si la van a atender. No se construye confianza desde un escritorio ni con comunicados triunfalistas; se construye cuando el ciudadano siente, no oye, siente, que su salud importa más que la estadística.

En este punto, quizás la pregunta que deberíamos hacernos como ciudad es más simple y más profunda: ¿de qué sirve tener cobertura universal si quienes están cubiertos se sienten completamente desamparados?

Mientras ese abismo exista, el sistema seguirá siendo una ficción contable. Y Cali, una ciudad que se debate entre el dato y la vida real.

✨ Comunicados

La Alcaldía de Santiago de Cali informa que, en el marco de un operativo ordenado y desarrollado por la Fiscalía General de la Nación para decomisar mercancías presuntamente de contrabando en un centro comercial del centro de Cali, se presentó una alteración de orden público que debió ser atendida por unidades del UNDMO de la Policía Metropolitana.

Los desórdenes registrados no involucran a los gremios de comerciantes ni a los vendedores informales con los que se ha venido trabajando para organizar y desarrollar la actividad económica de ese sector de Cali de forma armoniosa y productiva durante la temporada de fin de año.

La Alcaldía informará oportunamente sobre los resultados de las acciones adelantadas para devolver plena tranquilidad al sector.

JUAN MANUEL CAICEDO C
Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia

Las cifras hablan de cobertura, pero la vida diaria habla de incertidumbre. Y lo que sentimos importa tanto como lo que medimos. De nada sirve decir que “la red está funcionando” si una madre tiene que pelear tres semanas para que su hijo consiga una cita con pediatría. De nada sirve anunciar “mejor acceso” cuando un paciente oncológico debe interrumpir su tratamiento porque la EPS cambió de operador de medicamentos o decidió “revisar nuevamente la orden”. De nada sirve presumir cobertura cuando la gente se siente abandonada.

Acciones de la Alcaldía de Puerto Tejada

El equipo de gobierno de la alcaldesa Luz Adiela Salazar Gómez y el concejal Juan Camilo Mena, en representación de la corporación municipal, atendieron el llamado de la comunidad del barrio El Paso de la María.

En este espacio de participación ciudadana se revisaron las causas del hecho y se discutieron posibles soluciones para mitigar situaciones de violencia y fortalecer la seguridad comunitaria. Entre los temas tratados se incluyeron estrategias de prevención, mayor presencia institucional y la importancia de la denuncia oportuna.

La administración reiteró su compromiso con garantizar entornos seguros, promover la convivencia y mantener canales de comunicación permanentes con la comunidad.

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